El público del Bernabeu tiene derecho a estar hasta los güevos de Benzemá. Esa gente ya estaba ahí, pagando sus abonos muchos años antes de que naciera Karim y los sigue pagando para que el francés se lleve un pastizal insano por dar un rendimiento paupérrimo sobre el terreno de juego.
Yo no soy partidario de silbar en el campo, pero lo entiendo. Son 9 años, no ha convencido al público nunca pero es que en las dos últimas temporadas ya es de vergüenza que un futbolista con esa apatía y esa alergia a tirar a puerta lleve el 9 del Real Madrid. ¿Qué tiene que hacer el público, callar, pagar y comérselo con patatas? ¿En qué parte de los estatutos del Club pone que los socios tienen que ser una pandilla de borregos? El Madridismo no quiere a Karim, es un auténtico clamor, y si la directiva no se da por enterada, de algún modo habrá que decírselo.
Yo no entenderé jamás que cualquier tío merezca nuestro respeto y nuestro apoyo sólo por el hecho de ponerse nuestra camiseta, al contrario. Cuando un tío se pone nuestra camiseta la tiene que honrar y es él el que nos debe respeto y profesionalidad a los madridistas, sólo faltaba que cualquier piernas se limpie el culo con nuestro escudo y encima le tengamos que aplaudir. El Bernabeu es uno de los estadios más exigentes y más duros del mundo, pero en esa exigencia está la clave de lo que somos. Aficiones incondicionales y animosas las hay por todo el mundo, pero yo no he visto que el Rayo o el Oviedo ganen Champions porque sus aficionados se rompan las manos a aplaudir.