Partido difícil, pero yo no firmaría ningún empate, una victoria con buen juego puede sacarnos el tembleque del cuerpo a la hora de finalizar las jugadas.
Eso es!!!!!
A ver si seguimos en esta dinámica, porque hemos jugado un verdadero partidazo. Muy serios atrás -espectacular Nacho-, y hemos aprovechado los espacios que dejaba el Dortmund, al contrario de lo que hicimos frente al Levante.
Mala pero esperada noticia la lesión de Bale -siempre cuando empieza a dar la talla-... veremos lo que hace ZZ, sin Bale y Benzema arriba, imagino que Cristiano jugará con Asensio o con... ¿Mayoral?
El Real Madrid aplastó al Borussia de Dortmund en el Westfalenstadion, pero no se reencontró con su juego. Entre otras cosas, porque no le hizo falta. El conjunto blanco se topó con un rival francamente frágil que se descomponía en cuanto el cuadro merengue juntaba cuatro pases, lo que devino en un escenario de partido muy distinto al que nos suele acostumbrar la escuadra merengue en Copa de Europa. No fue la actuación de control y dominio a ritmo bajo que normalmente practica el Real en esta clase de noches, sino una mucho más frenética y vertical. El Real aceptó la intrépida propuesta que proponía el Borussia Dortmund y sus majestuosos futbolistas se encargaron de que no le saliera gratis tamaña osadía. Si han ganado tres Copas de Europa en cuatro años es porque saben bailar también cuando la canción no la eligen ellos. Borussia Dortmund 1 (Aubameyang 53′) Real Madrid 3 (Bale 18′, Ronaldo 49′, 79”)
El primero que lo interpretó con audacia fue un gigantesco Sergio Ramos. El andaluz tuvo muchísimo impacto en los minutos iniciales del encuentro y con su presencia contagió a sus compañeros. Primero, por la contundencia con la que fue a cada choque. Zidane ordenó una presión de tres hombres con Isco trabajando sobre Sahin para impedir que el Borussia Dortmund pudiera ejercer el juego con el que más cómodo se siente y eso obligó al BVB a salir en largo muchas veces. Ramos estuvo imperial cortando los balones aéreos y, cuando recuperaba la pelota, advirtió pronto las grietas de la propuesta amarilla y se puso manos a la obra. El conjunto alemán adelantaba muchísimo su defensa, pero no encimaba al poseedor y le daba mucho tiempo y espacio para buscar a Cristiano y a Bale al espacio, mucho más rápidos que Sokratis y Toprak. El Real dio varios avisos, hasta que un genial remate de Bale besó por fin las redes de Bürki. Bosz lo estaba poniendo muy fácil.
Tras el gol, no vino el control. El balón iba y venía. El conjunto blanco sentía que en cuanto superaba el primer encime de su rival tenía ante sí un mar de espacios, lo que le llevó a practicar un juego muy vertical. Quizá más de lo necesario. El Real estuvo algo precipitado en esos instantes, le faltó serenidad para castigar con más sangre fría las fracturas que tenía la estructura del Borussia Dortmund. La sensación era que el partido estaba abierto, pues el Real Madrid no se daba tiempo para juntarse y asentarse sobre el campo contrario. Como suele decir Pep Guardiola, el balón que rápido va, más rápido vuelve; el BVB tenía campo por delante y la oportunidad de replicar. Sin embargo, el conjunto blanco administraba bien la situación. No sufrió. Su defensa se mostraba infranqueable, mientras que Kroos y Modric descongestionaban el juego blanco y no permitían jamás que el balón se perdiera en zonas comprometidas.
Empezó el segundo periodo y la tónica no varió. Bale pudo volver a correr con pujanza al espacio y le puso un balón franco a Cristiano para que continuara su idilio con la Copa de Europa. Aquello obligó al BVB a irse con todo a por el gol. Fruto de ese ímpetu, Aubameyang logró acortar distancias y prendió definitivamente fuego al Westfalenstadion. Bosz trató de aprovecharlo y dio entrada a Weigl y a Dahoud para pasar a formar una suerte de 3-4-3. El objetivo era tener algo más de control del juego sumando centrocampistas, y a la vez que los tres centrales pudieran sostener mejor a Cristiano y a Bale. El Borussia Dortmund llegó a tener un tramo de empuje y de algo de iniciativa, sin embargo el Real Madrid se mantenía muy entero a nivel defensivo. Los cuatro defensores blancos estuvieron fantásticos, especialmente franqueando el balón cruzado entre centrales a Aubameyang que era la jugada predilecta amarilla.
El Real Madrid sí sentía muy cerca el gol cuando tenía el balón. Modric conducía con su inconfundible cambio de ritmo dejando la presión amarilla atrás y Kroos castigaba con crudeza los espacios libres. Aquello le daba al conjunto merengue oxígeno en medio del fulgor, tiraba de la manta y destapaba las costuras del BVB. Se dilató, pero ese desarrollo acabó teniendo la consecuencia que todos esperaban: el puntual gol de Cristiano Ronaldo que cerraría definitivamente el partido. El portugués no suele dejar que sus rivales salgan vivos de situaciones así.